Si estás tomando decisiones correctas, tu cuerpo se expande. Si tomas decisiones erróneas, tu cuerpo se contrae. Te podrá sonar a cliché, pero, dicho de otro modo, tienes que darte cuenta y saber leer a tu cuerpo, porque este ya sabe cuál es la decisión correcta antes que tu mente.
La forma más sencilla es aprender a conocerte, un ejemplo claro de que queremos decirte es que, piensa en una decisión, y si sientes como tu estómago se encoge y tu cabeza se comprime. Esto querer decir entonces, que es una decisión errónea.
Muy distinto si es al revés, ¿Qué ocurre cuando la decisión es correcta? Lo que sucederá es que ocurre que respiras profundamente y como aliviado. Tus pulsaciones bajan. Es como decir “lo he encontrado”.
En resumen, sigue a tu corazón.
Si estás tomando decisiones solamente pensando en otra persona que no eres tú, puede convertirse en un arma de doble filo. Hacer esto es no respetar tus propias convicciones. De nuevo es actuar desde el miedo. Si esta persona ve que no te respetas a ti mismo, difícilmente te respetará ella a ti.
Antes de elegir un camino conecta contigo mismo. Escoge un lugar tranquilo, sin ruidos. Conecta con tu respiración. Después de un rato conectarás con la mente. Esto te permitirá ver las cosas desde otro punto de vista. Lo que se le conoce como el mindfulness.