Filosofía

Técnicas para convertir el estoicismo en nuestra filosofía de vida

Fernando Zea nos explica que, los estoicos sostenían que la virtud consistía en actuar sirviendo de la razón para dominar los impulsos. Los estoicos consideraron que la virtud, como facultad activa, era el bien supremo.

En el interior del propio individuo, pues, estaba el instinto y la herramienta para controlarlo, la razón. Ningún ser externo al propio individuo es necesario para alcanzar la tranquilidad, un concepto filosófico crucial en Renacimiento e Ilustración.

Aquí te presentamos algunas técnicas para integrarlo en nuestra vida cotidiana:

1. Practicar la “visualización negativa”

¿Qué es lo peor que puede ocurrirnos? Un individuo estará preparado para lo peor, así como para saborear lo que ya tiene, si se esfuerza con regularidad en contemplar los infortunios que le pueden desposeer de lo que aprecia.

2. Preocuparnos por nuestros pensamientos y vida interior, y evitar la dependencia de lo externo

Cuanto más independencia de pensamiento con respecto a supuestas recompensas externas, mayor “tranquilidad, libertad y calma”, decía Epicteto.

3. Ser conscientes del “fatalismo” de la existencia

Es crucial reconciliarse con el pasado, porque no se puede cambiar, así como dejar ir el presente.

Tomando una actitud fatalista hacia las cosas que ya han ocurrido, somos conscientes, dice Séneca, de que avanzamos con el universo y no podemos recular para cambiar lo ocurrido.

4. Prepararse para aceptar y dominar el placer

Además de contemplar los incidentes inesperados que nos pueden ocurrir (“visualización negativa”), el individuo debería vivir como si estos infortunios hubieran acaecido.

5. Meditar

El estoicismo no aboga por una práctica dogmática y de liturgia exigente, sino más bien una seria confrontación del individuo mismo, para ser consciente a diario de que usa mecanismos racionales para lograr el bienestar.

6. Sobre el próximo

Los estoicos recomiendan que escojamos a nuestros compañeros de travesía vital (pareja, amigos) cuando sea posible.

Las personas que ponen en riesgo nuestra tranquilidad (circunstancia que sólo ocurre si les dejamos, puesto que, según el estoicismo, el individuo no se verá alterado por nada si es esa su voluntad) no nos convienen.

7. Técnicas estoicas para relacionarnos

Los estoicos deben resolver el dilema que les presenta su comportamiento racional. Por un lado, cuando se relacionan con otros ponen en riesgo su bien más preciado, su “tranquilidad”; por el otro, si evitan relacionarse, incurren en abandonar su deber social: conformar y mantener relaciones con otros.

8. Cómo reaccionar ante situaciones explosivas (insultos, dolor, rabia)

Conscientes de que los ataques de otros (demostrados con actitudes, insultos, rabia) pusieron en riesgo su bienestar, los estoicos desarrollaron técnicas para hacer frente a este riesgo.

9. Ser consciente de los riesgos de un espejismo sobrevalorado, la “fama”

Para los estoicos, la gente infeliz demuestra una insatisfacción crónica porque está confundida acerca de lo que es en realidad valiosa. William B. Irvine: “debido a su confusión, pasan sus días en busca de cosas que, en vez de hacerles felices, les producen ansiedad y desdicha”.

10. Sobre la vida lujosa

En la sociedad actual, la búsqueda del reconocimiento sólo tiene un rival, todavía más anhelado: el prestigio de la riqueza ostentosa, que ha tomado formas similares a lo largo de los siglos.

La riqueza ostentosa no es más que un modo más de lograr reconocimiento. Para los estoicos, merece tan poco la pena obsesionarse con la riqueza material como hacerlo con la fama, ya que ninguno de estos reconocimientos aportan per se el bienestar duradero.

Mucha gente emplea toda su vida tratando de alcanzar un estatus que hipotéticamente les otorgue una felicidad que no llega; esta búsqueda contradice los principios estoicos, donde el objetivo no es vivir rodeado de más cosas, sino tener una buena vida, disfrutando cada instante y preparándose para que el devenir sea igualmente pleno.

Los estoicos creían que el ser humano debería exponerse a los rigores de la incomodidad material y psicológica, para apreciar los placeres de la vida en contraposición con estas inconveniencias. En cambio, exponiéndose a una vida ostentosa donde no falte de nada y se evite salir de la zona de confort, el individuo corre el riesgo de apreciar la belleza de la sencillez.

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