La sabiduría se define como conocimiento acumulado, erudición o iluminación. También se puede considerar como la capacidad de usar el conocimiento y la experiencia con el sentido común y la perspicacia, o la calidad de ser prudente y sensato.
Lo primero que es necesario para la sabiduría es el conocimiento. Esto se puede adquirir a través de la lectura, tomando clases o cursos, trabajando en un trabajo, aprendiendo de videos educativos o a través de la experiencia personal.
Además, las personas pueden desarrollar sabiduría con el tiempo pensando en el pasado de una manera sin prejuicios y reflexionando desde diferentes perspectivas. Esto puede ayudar a mejorar la comprensión de la vida de una persona y sus decisiones.
También es importante tener una fuerte moralidad y una base ética para que alguien sea sabio. Esto es necesario en situaciones en las que una persona necesita tomar decisiones difíciles y complejas que puedan afectar sus propias vidas o las vidas de los demás.
Según algunos investigadores, los procesos psicológicos que una persona usa al decidir sobre asuntos importantes de la vida son críticos para el desarrollo de la sabiduría. Estos procesos incluyen reconocer las limitaciones del propio conocimiento, reconocer la incertidumbre y el cambio, la integración de múltiples perspectivas y centrarse en el panorama general.
El siguiente elemento es la comprensión, que es la capacidad de comprender la información desde diferentes perspectivas y comprender su importancia. Esta es una parte crucial de la sabiduría, ya que permite a las personas tomar lo que han aprendido y aplicarlo a sus vidas.