Seguramente habrás escuchado la frase de “calladito te ves más bonito”, y es que es verdad; cuando uno no tiene algo bueno que decir, es mejor quedarse callado.
El silencio hace mucho más de lo que podrías hacer tú al decir aquello que muchas veces nadie quiere oír. Hablar menos y escuchar más es el arte de la comunicación. Respetar los sonidos diversos, pues para todo hay sonido. Hay sonidos de vida y hay sonidos de muerte, pero lo aún más maravilloso es el sonido del silencio.
Los sonidos crean intenciones, diversas posibilidades de cómo vivir. El sonido es prácticamente algo infinito. Practicar el sonido es un camino para afirmarse. El silencio se trata de pasar de la compulsión se la vida frenética a la vida más consciente.
El silencio no es cerrar la boca, el silencio es una actitud en la vida. El silencio es un camino, un puente, una conexión prácticamente divina.
Cuando uno necesita meditar, necesita estar en silencio, escuchando ese silencio lleno de sonidos preciosos con toda la energía que implican para conectar. Conectar con la naturaleza, con la energía, con el lugar en donde se encuentra o hasta con las personas de las que se rodea.
El silencio no significa que tengas que reprimir tus pensamientos, sentimientos o emociones. Va mucho más allá de eso. El silencio es detectar en qué momento es pertinente dejarlo.
Los seres humanos solemos darle valor a cosas materiales sin darle oportunidad a experiencias tan sencillas como conectar con el silencio.